Las empresas de aceite de palma han sido criticadas durante mucho tiempo por su dañino desbroce tanto de bosques como de turberas, el cual contribuye considerablemente al calentamiento de la Tierra. Se calcula que Indonesia, donde la deforestación sigue en aumento a pesar de las promesas presidenciales de detenerla, es el tercer emisor mundial de gases de efecto invernadero. Esto se debe más que todo al desbroce a gran escala de tierras para destinarlas a plantaciones de aceite de palma, a empresas de pulpa y papel, así como a la transmigración. Dada la ineficacia de los esfuerzos gubernamentales, conseguir que las empresas reserven zonas para bosques y turberas dentro de sus concesiones parece una forma razonable de limitar el problema. Pero, teniendo en cuenta que la mayoría de las concesiones son otorgadas por los Gobiernos sin reconocer ni asegurar primero las tierras de
las comunidades locales¿qué implicaciones tendrían esas reservas para los derechos y los medios de vida de los pueblos de los bosques?