Los pueblos afectados por el aceite de palma exigen el derecho a denunciar los abusos contra los derechos humanos y la destrucción ambiental

Un vocero del gigante del aceite de palma de Malasia, Sime Darby, quien calificó a los críticos pertenecientes a las ONG como “entidades tóxicas” y que hizo un llamado al Gobierno para que los suprimiera, ha desencadenado furia dentro de los grupos de la sociedad civil a lo largo del trópico. En una reunión celebrada esta semana en Kota Kinabalu, la capital de Sabah (Borneo Septentrional), los pueblos indígenas y las organizaciones de jóvenes, de justicia ambiental, de trabajadores y de derechos humanos emitieron una declaración conjunta en la que condenan tales comentarios y exigen la libertad de expresión.

La reunión, en la que participaron las ONG miembros de la Mesa Redonda sobre el Aceite de Palma Sostenible (RSPO), y a la que asistieron grupos de América del Sur y Central, África Occidental y Central y el Sudeste Asiático, fue organizada con el fin de "explorar posibles reformas en nuestros países y en la industria a nivel internacional, para que la producción de aceite de palma traiga un verdadero desarrollo y no la explotación, la deforestación, el acaparamiento de tierras y el empobrecimiento".

Se espera que las empresas miembros de la RSPO, entre las cuales se incluye Sime Darby, respeten y cumplan con la toma de decisiones de las "múltiples partes interesadas", respeten los derechos humanos y eviten la deforestación y la explotación. La libertad de expresión y el derecho a protestar son los pilares de la democracia, por lo que los intentos de un miembro de la RSPO de silenciar las voces de los pueblos indígenas y de la sociedad civil han provocado una ola de condena general. La reunión fue apoyada por Both ENDS y el Forest Peoples Programme.