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"Hay que saber mirar el bosque": Representando la presencia de los kichwa y su ancestralidad territorial mediante un mapa 3D

A young Kichwa community member works on the map

Imagina tener la capacidad de evocar los caminos por los cuáles anduvieron tus abuelos y abuelas, y conocer la sustancia de su hechura, su color, su olor y las sensaciones que habitaron sus cuerpos al andarlos. Saber de las historias que transcurrieron a detalle y continuar con ese hilo narrativo desde tus propias vivencias. Seguir genuinamente conectado.

Cabe la posibilidad de tener muy desarrollada la sensorialidad transgeneracional y rehacer con tus propias manos los caminos ancestrales, recordando los nombres, la anchura de los ríos que a sus faldas transcurren y por donde saben andar los animales. Ver hoy los brotes de la tierra negra, y que tus hijos coman sus wayos. Ello es posible debido a que se trata de sabios y sabias kichwa, en la región de San Martín, y de sus descendientes.

¿Y qué pasará mañana? ¿La juventud recordará tanto como ellos todos los caminos? Poco a poco es más difícil que los jóvenes y niños vayan al monte, año tras año la cultura occidental avasalla, los gobiernos de turno superponen sus jurisdicciones a los territorios indígenas sin consultar y, se va olvidando la costumbre, como ocurriera en los 90s con la prohibición del consumo de la sal de las minas. ¿Qué podríamos hacer?

Las comunidades nativas kichwa de las federaciones de Concejo Étnico de los Pueblos Indígenas Kichwas de la Amazonía (CEPKA) y la Federación de los Pueblos Kichwa del Bajo Huallaga San Martín (FEPIKBHSAM) no se conformaron con llevar en sus mentes y cuerpos las historias y caminos ancestrales, es así que visionaron materializar sus saberes en un trabajo técnico que sobreviviera el paso del tiempo.  Así, FPP con el apoyo del Centro de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP) acompañó el proceso del diseño de un mapa 3D de usos territoriales en el área hoy en día superpuesta por el Área de Conservación Regional Cordillera Escalera (ACR – CE), experiencia que por primera vez se llevaba a cabo en el país. Y, ¿Por dónde empezamos a diseñar los caminos por donde generación tras generación recorrieron, vivieron y visionaron?

Aquel lienzo en blanco de más de dos metros fue desafiante, más aún cuando nuestra experiencia modelo se trataba de una sola comunidad que diseñó su mapa 3D, y en nuestro caso serían más de 15 comunidades participando. Diría que parte clave de este trabajo fue ir delimitando las categorías a desarrollar, pues visualmente no sería funcional apreciar diminutos letreros de tantos usos culturales kichwa en el mapa. Por lo tanto, nos concentraríamos solamente en usos culturales ancestrales relacionados con el autoconsumo: Caza, recolección, agricultura y saca de sal.

Así, procedimos a diseñar una suerte de boceto, con una delimitación distrital del espacio geográfico, seguido de la señalización de los ríos principales según la carta nacional. Teníamos ya un principio, una suerte de guía para que los sabios pudieran plasmar desde su lectura del territorio los datos correspondientes en este experimento.

Se citó a los sabios más reconocidos, quienes señalizaron los cerros principales en toda la región San Martín. El nivel de detalle para saber decir cuál cerro era más grande que el otro, de qué manera está direccionadas sus puntas, qué quebradas se ramifican de los ríos principales que, con tanta dificultad dibujamos los integrantes del equipo técnico tomando como referencia los mapas; nos sorprendió. Yo hubiera sido totalmente incapaz de hacerlo, de tener esa capacidad de recordar al detalle tantos topónimos, formaciones y orientaciones, a pesar de haberlo caminado algunas veces. Es como si tuvieran un mapa en la cabeza, uno heredado de generación en generación.

Y como toda creación magnánima, y no es menos porque hablamos de la creación del territorio kichwa; surgieron desacuerdos que terminaron resolviéndose así, conversando, conversando; moviendo cerros de un lado al otro, pintando y repasando ríos, quebradas y cataratitas. “Ya casi parecen unos dioses kichwa” les decíamos en son de broma.

Con el pasar de los días iban yendo y viniendo sabios, cada uno colocando cartelitos provisionales en las collpas, las quebraditas, las purmas, los tambos, los cerros, entre otros que no pudieron porque eran muchos y la vista no dejaría distinguirlos. “Mira, al final todo ha sido territorio kichwa”, dijo uno de los voluntarios del equipo técnico, mientras daba los acabados finales al Cachi Yaku, río que recorre las faldas de los cerros que conforman la mina de sal. Y claro, estábamos maravillados con escuchar acerca del imponente Waman Wasi, cerro que a sus faldas protegía a una laguna, lugar al cual sólo los sabios podían llegar por que una energía muy grande te podía hasta tumbar, o saber sobre el Wayra Purina, el “Camino del viento”, por el cual los abuelos tuvieron que andar con cuidado por los vientos bravos y el cuento sobre el Puma brincana, o en castellano, donde brincó el puma, cerca de la comunidad nativa Mishkiyaquillu; recordado por que una vez, un puma dio un impresionante salto de peña a peña, y así tantos más. Cuántas vivencias.

Todos acabamos la jornada y procuramos poner a buen recaudo el mapa, para que la lluvia no lo arruinara, ya que ninguno había traído mapacho para espantar las nubes.

Ordenábamos las cosas y seguíamos la charla camino a casa, esperando que el Waman Wasi no se haya enojado por haberlo creado sin pedir permiso, y que sus energías nos acompañen así como lo hicieran con los curiosos que han sabido recorrerlo. Era hora de ir a casa, los “dioses” kichwa también deben descansar.

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