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Luchando por nuestro destino

A medida que las plantaciones de palma aceitera se expanden a mayor escala, las comunidades se movilizan para defender sus tierras. La isla de Kalimantan (Borneo), con sus enormes extensiones de bosques, tierras bajas y suelo fértil, se ha convertido en un objetivo prioritario para la expansión de la palma aceitera en Indonesia. A primera vista la expansión parece haber desencadenado un desarrollo beneficioso para la isla. Sin embargo los estudios de campo muestran que las plantaciones de palma aceitera tienen muchos efectos sociales y ambientales devastadores a lo largo de Indonesia.

Estas son algunas de las historias y hechos de un viaje del FPP para apoyar a sus socios de Kapuas Hulu, en la parte oeste de Kalimantan, en mayo de 2015. Nuestro socio local, Link-AR Borneo, nos envió un mensaje diciendo que cuatro aldeas de Kapuas Hulu estaban rechazando los planes de expansión de una empresa de palma aceitera. Las cuatro aldeas —Beluis Harum, Belikai, Seneban y Bati— son el hogar del pueblo indígena Suaid Dayak. El pueblo escuchó que una empresa de palma aceitera (PT. Sumber Inti Sentosa) estaba intentando conseguir un permiso de levantamiento topográfico en su zona. Preocupadas de que eso pudiese llegar a ser una amenaza para aquellos bosques que son vitales para ellos como reservas de agua, madera y productos forestales no madereros para uso local, las comunidades se vieron envueltas en una carrera contrarreloj para evitar la expansión de la palma aceitera. En marzo de 2015 se enviaron cartas al Jefe de Distrito (Bupati) de Kapuas Hulu rechazando el plan de expansión propuesto. Las comunidades temían con razón renunciar a sus tierras para dar lugar a  las plantaciones, ya que eso les privaría del acceso y los beneficios provenientes de los recursos sobre los que han tenido derechos colectivos desde tiempos ancestrales.

“Ya no quedan tierras vacías; llevamos años cultivando esta tierra. Dependemos de los productos de los bosques, del agua de los manantiales, de las cascadas y de tembawang [una antigua aldea que ahora tiene árboles frutales]” —dijo Yoseph Nardi, jefe de la aldea de Beluis Harum. Yuliana, una mujer de la misma aldea que Yoseph, nos dijo: “Si la plantación de palma aceitera se expande, se presentará inevitablemente la destrucción ambiental. A pesar de que nos den garantías en un acuerdo por escrito, será difícil garantizar que la compañía actúe con responsabilidad”.

En una reunión celebrada en la aldea de Bati, algunos miembros de la comunidad expresaron sus graves motivos de preocupación. Agus Santo, jefe del derecho consuetudinario de la aldea, dijo: “En estudios topográficos realizados por el Gobierno, el 25 % de la tierra de Bati ha sido mapeada como tierras cultivadas y el 75 % como bosque, donde sabemos que hay especies raras. Si esta tierra se utiliza para la palma aceitera, no tenemos tierra que cultivar”. Herman, un joven de la aldea de Bati, añadió: “El mapa solo ha sido elaborado para uso del Gobierno; nunca nos han consultado. Hemos visto los impactos de la palma aceitera en zonas vecinas y son devastadores. Nos preocupa que nuestra cultura acabe desapareciendo con la llegada de plantaciones de palma aceitera”.

En Belikai la situación no es diferente de la que vimos en Bati:

“Los fertilizantes que se utilizan en las plantaciones de palma aceitera afectarán nuestras fuentes de agua, y perderemos nuestro bosque original, donde recolectamos verduras, madera, frutas, hierbas y plantas medicinales para cubrir nuestras necesidades”, dijo Petronella, la secretaria de la aldea de Belikai. Un aldeano llamado Marcus comentó: “Nos afectará socialmente, porque los salarios serán más bajos y la empresa traerá trabajadores de fuera que con el tiempo dañarán nuestra cultura”.

En la aldea de Seneban escuchamos opiniones similares. Daniel Duma, jefe de la sección de gobernanza de Seneban, cuestionó la lógica de la solicitud del permiso: “Aquí no hay tierras vacías o sin cultivar, así que no es lógico aceptar la palma aceitera, y el bosque que tenemos es una zona protegida. ¿Por qué el Gobierno expide entonces de todas formas el permiso de levantamiento topográfico?” Tomas, coordinador de vecindario en Laung, un caserío que forma parte de Seneban, nos habló de las amenazas que las plantaciones suponen para los recursos de la comunidad y la diversidad biológica: “Tenemos nuestra fuente de agua, una cascada y una isla poco común en medio del río Tenembus (Kesak Island) donde viven hormigas rojas”.

Está claro que estas aldeas ya son conscientes del impacto ambiental y sociocultural negativo que se produce cuando las empresas de palma aceitera transforman sistemas locales diversos y mixtos de uso de la tierra en monocultivos industriales a gran escala. No quieren perder los recursos que dan vida, como por ejemplo las zonas forestales vitales como fuentes de captación de agua durante la estación seca. Han sido testigos de los impactos de las plantaciones de palma aceitera en el medio ambiente, sus estructuras sociales e incluso su cultura. Para ellos la expansión de la palma aceitera que profana su patrimonio cultural y extingue sus libertades básicas conducirá a su propia extinción.

Las comunidades están apelando al mundo exterior para que respete la vitalidad de su medio ambiente y su cultura. Piden apoyo y solidaridad para defender sus tierras comunales y sus derechos consuetudinarios.

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Resource Type:
News
Publication date:
29 September 2015

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